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El Abuelo Ya Viene

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El abuelo ya viene. Ya viene el abuelo, repetía madre una y otra vez mientras corría de aquí a allá tomando y dejando cosas. Padre entraba a la habitación a revisar, arreglar mi cabello hacia el otro lado y volver a salir… Una y otra vez. No entendía nada y no podía hacer más que mirar esperando que en algún momento mi madre me ayudara a entender.

—Ya viene el abuelo, mi amor. Pórtate como un buen niño ¿sí? Papá necesita que seas el mejor hijo que tú puedas para el abuelo, ¿entiendes?

Madre tocó mi mejilla en una suave caricia mientras yo asentía en silencio, pero aún me preguntaba que tenía de especial el abuelo. ¿Quién era el abuelo? ¿Por qué venía? ¿Padre le tenía miedo?

Madre siguió arreglando mi atuendo y su cabello casi al tiempo, papá ya no entró. Las sirvientas también entraban corriendo con muchas cosas y salían con más, mientras el resto de la casa parecía una completa locura y ya empezaba a asustarme. En una de las salidas de la sirvienta, me escabullí escondiéndome entre las muchas cosas que tenía y logré salir a mi lago. Gatto me esperaba en su roca favorita y parecía enojado porque había faltado a nuestra cita de juegos, pero no era mi culpa. Procuré acercarme sin ensuciar mi elegante atuendo, mientras Gatto croaba ofendido y saltaba a mis pies para mirarme esperando su alimentación diaria. Sonreí viendo mi pequeño Gatto y me agaché estirando mi mano para que tomara los insectos que había recogido en la mañana. Su lengua los tomó, pero ya no me agradeció como siempre y simplemente volvió al lago.

Mi dispiac[1] L-lo shiento, Gatto— tenía que hablar en español. Tenía que hacerlo para ser un buen hijo como me pidió mamá, pero es muy difícil. La sirvienta gritaba en la puerta de la casa, para correr hacia mí y tomar mi mano. —Salviati bambino! Cosa stai facendo qui? Sta arrivando tuo nonno[2]!  —me gritó tironeándome hacia la casa, mientras yo giraba hacia Gatto y me despedía de él con mi mano. Volví la mirada a la sirvienta y me dejé llevar sin resistencia para que no me lastimara el brazo como siempre. Entró por la puerta trasera de la cocina y me alzó para ponerme en una silla… Arreglándome de nuevo.

Chi è il nonno? [3]  —pregunté viendo sus manos ágiles en mi ropa, para ver su rostro que me miraba de vez en vez con una sonrisa. Las otras sirvientas también sonrieron hasta que empezaron a reír continuando con sus deberes. No entendí.

Beh... Lui è il padre di suo padre, bambino.[4]  —respondió arreglando mi cabello por enésima vez y limpiando las inexistentes manchas en mis zapatos y mi pantalón. Fruncí el ceño y tomé su mano para que volviese a ponerme atención porque ahora si no entendía nada de nada. La sirvienta por fin se quedó quieta y me miró.

Mio padre ha un papà? [5] —cuestioné ladeando la cabeza con una mueca de confusión que sólo la hizo reír otra vez. Bien, ¿por qué todo lo que hago le hace reír? Asintió sobresaltándose con la puerta que se abrió estrepitosamente.

— ¡Dante Salviati! —gritó mi padre y yo me tiré a los brazos de la sirvienta para que me bajara de la silla. Inmediatamente lo hizo y me dejó el camino libre para acercarme a él. Tomó mi mano y la apretó hasta que mis ojos se cristalizaron e intenté escapar del dolor.

Papà! [6] —grité desesperado, pero no cedía. Iba a empezar a gritar para que soltara mi mano, cuando el sirviente de la puerta entró corriendo anunciando que el abuelo estaba aquí. Dijo “El señor Salviati ha llegado. ¿Le hago pasar?” Inmediatamente me soltó y golpeó mi mejilla varias veces haciendo que me encogiera. Me ordenó con autoridad que me comportara y me tomó de la mano que había lastimado para casi lanzarme a los brazos de mi mamá. Tomé la mano de ella escondiéndome entre su falda, mientras ella sonreía bellamente y se erguía con elegancia esperando la llegada del misterioso abuelo.

Padre. È un onore avere la tua più eccellente presenza nella mia umile casa.[7] 

El hombre viejo estiró la mano con anillos hacia mi padre y este dejó un beso en uno de los anillos, lo que me confundió bastante, pero en estuve en total silencio. El hombre viejo no pronunció nada y sólo dejó unas palmadas en los hombros de mi padre, para retirarlo con golpes de su bastón y mirarnos. Bajé la mirada aferrándome a la mano de mi madre, mientras ella la alejaba de la mía y acariciaba mi cabello sonriendo al abuelo. Tomó su vestido e hizo una leve reverencia frente al abuelo, que no se inmutó.

È un vero onore conoscerti[8]  —murmuró ella sin mirarle hasta que él tomó su mentón y levantó su rostro para mirarle fijamente en silencio.

Il Bambino[9] —susurró sin dejar de verla, mientras ella buscaba mi mano algo nerviosa. La tomé para ayudarla y francamente temblando de miedo por el hombre viejo, mientras este dirigía su sombría mirada hacia mí y la mantenía así. Mi padre despertó del hechizo que lo mantenía observando y se acercó casi corriendo para recibir su abrigo y su sombrero, y explicarle quienes éramos.

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Presento mia moglie, Lucilla Salviati. È una ragazza d'elite con una dote rispettabile, oltre ad essere bella e fertile. E questo piccolo è mio figlio, padre. Ha 4 anni... Ah, si chiama Dante ... Dante Salviati[10]  —murmuró con rapidez, para tomar mi mano libre y tirar de mi hacia el señor. Negué esperando que no me obligara a acercarme a ese temible hombre, pero él me ganó y se agachó tomando mi mentón igual que a mi madre. Mis ojos querían llorar y esconderse detrás de mamá, pero simplemente respiré profundo y tragué saliva esperando no arruinar nada.

È sano?[11]  —preguntó toscamente ese señor a mi papá, mientras yo le miraba suplicando que me sacara de allí, pero sólo asintió sin dejar de mirarme y empezó a contarle todo lo que yo había aprendido hasta ahora. Aun así, nunca mencionó que todo fue gracias a mi madre y sólo la miró casi con la misma desesperación que yo sentía. Madre sonrió nerviosa y llamó a los sirvientes para que le anunciaran la cena lista, pero el abuelo no pareció importarle y sólo me miró por otros eternos segundos.

—Hable en español, joven Salviati —ordenó casi tan frívolamente como mi papá solía hacer, lo que me paralizó aún más y causó un leve temblor en mis manos. Madre se acercó inmediatamente y acarició mi cabello asintiendo y dándome ánimos para que lo intentara.

—Buonas tarrdes, senior abuelo. Mi nombre es Dante Salviati y soy higo de Raffaele y Lucilla Salviati. Tenjo 4 anios y cumplo el 18 de gunio.

Puso su arrugada y torcida mano en forma de puño para indicar que debía hace silencio y obedecí inmediatamente. Llamó a mi padre para que le ayudara a levantarse, pero no lo soltó cuando estuvo de pie. —Su lengua se traba y confunde letras. Un desastre —murmuró mientras yo agachaba la mirada y me acercaba a mi madre quitando una pequeña lágrima. Decepcioné a mi papá… No fui buen hijo, no lo fui.

Padre y abuelo desaparecieron con dirección al comedor en medio de una charla sobre todo lo que teníamos, mientras yo mordía mi labio esperando que no se oyeran los sollozos… No mucho. Mamá se agachó y limpió mis lágrimas con una sonrisa, para abrazarme con fuerza y reír.

—Lo hiciste muy bien, mi amor. Eres el mejor —susurró volviendo a pelear con mi cabello rebelde y con una enorme sonrisa.

—El abuelo no cgee eso, mamá.

Ella volvió a reír y acarició mi mejilla arrugando la nariz para hacerme reír.

—Porque es un viejo amargado —susurró en ambos idiomas para asegurarse que yo entendía y pellizcó mis mejillas, alzándome para irnos hacia el comedor.

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Esa comida fue la peor de todas. Mamá hizo todo lo posible para ser amable y bonita como siempre, pero el abuelo era realmente gruñón y grosero. Tenía miedo de ese señor, pero comí exitosamente todo mi plato y no pudo reprochar nada de mí… Excepto que era demasiado bajo para alcanzar bien la mesa y que los tres cojines que habían puesto para mi eran una pérdida de tiempo, pero no pensé lo mismo. Si así fuera, no hubiese podido comer nada y si pude. Viejo tonto.

Sin embargo, el abuelo no sólo arruinó mi excelente etiqueta sino la comida de todos. Mi padre estaba hablando sin cesar como nunca lo había hecho y casi no comía, lo que me pareció una tontería porque estaba muy rico y yo no podía pensar en nada más que en terminarme todo. Mi madre comentó algunas cosas de forma muy elocuente y agraciada, pero el abuelo la calló horriblemente y me enojó mucho. No dije nada, de todos modos. Pero todo se puso peor cuando mi padre estaba comentando de nuestra maravillosa vida (mintió mucho, por cierto), cuando el abuelo se puso de pie y lo miró fulminante.

—Ya estoy harto de todo esto, Raffaele. Harto de toda esta falsedad y ardid. —mencionó en un tono temiblemente calmo. Ese tono que usaba mi papá antes de golpear a mi mamá o castigar a un sirviente. Mi padre palideció y negó, pero el abuelo tomó a mi mamá y una copa de agua. Metió los dedos en ella y deshizo todo el maquillaje de los ojos de mi madre y sus pómulos. Sonrió al ver su piel morada y sus labios rotos, que ella había escondido perfectamente. Luego me tomó de la mano y me atrajo a él, para quitar mi abrigo y subir mis mangas, dejando mis brazos desnudos. Yo también tenía golpes en ellos y se notaban.

— ¡Está usted enfermo, Raffaele! Siempre fue un monstruo enfermo y aquí están las pruebas. ¡Es una desgracia para la familia! —le gritó dejando una bofetada leve en su mejilla, pero papá no pareció inmutarse.

El pánico me dominó y no pude evitar llorar y buscar a mi mamá, lo que llamó la atención del abuelo y sentí sus oscuros ojos sobre mí casi como un malvado monstruo. Tomó su bastón y volvió a acercarse a mí tomándome de la nuca con fuerza y abriendo mucho los ojos. Lloré más.

— ¡Y este niño es su legado, Raffaele! Este niño cargará su misma cruz e incluso peor, ¡no quiero ni saber de lo que será capaz! —me soltó por fin y se fue con su bastón de la sala, mientras todos por fin parecíamos volver a respirar en cuanto salió. Mi madre reaccionó inmediatamente en busca de mi consuelo, mientras mi padre se veía totalmente deshecho en su silla. Pasé de los brazos de mi queridísima madre a los de la sirvienta, mientras ella se acercaba a mi padre corriendo envuelta en desesperación.

—Querido, yo… No sé qué sucedió. Todo fue demasiado veloz y yo…

La calló y puso la mano en su mejilla. Mi madre instintivamente se encogió, pero no se movió un centímetro. Mi padre miró a todos a su alrededor y tomó las manos de mi madre dejando un beso en cada dorso. ¿Qué había sucedido ahora? Me miró y sollozó discretamente, para volver la vista a mamá y negar.

—El viejo tiene razón… Algún día, este desastre llegará a su clímax y es cuestión de tiempo para que reaccione… Para que los dos lo hagamos.

 

FIN


[1] Lo sient…

[2] ¡Niño Salviati! ¿qué estás haciendo aquí? ¡El abuelo ya está llegando!!

[3] ¿Quién es el abuelo?

[4] Beh… Es el padre de su padre, niño.

[5] ¿Mi padre tiene un papá?

[6] ¡Papá!

[7] Padre. Es un honor tener su presencia tan excelente en mi humilde casa.

[8] Es un verdadero honor conocerle.

[9] El niño…

[10] Te presento a mi esposa, Lucilla Salviati. Es una joven de alta sociedad con una dote respetable, además de ser hermosa y fértil. Y este pequeño es mi hijo, el padre. Tiene 4 años... ¡Ah, se llama Dante... Dante Salviati!

[11] ¿Es sano?

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