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El Rey Ha Muerto

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El rey ha muerto. El rey ha muerto es todo lo que dicen en todos lados. El rey ha muerto, gritan por las ventanas y en las campanas de las iglesias. El rey ha muerto es lo único que escucho por cada lado que paso.

Yo me alegré, pero me regañaron. Morir es sólo otra forma de estar vivos era lo que me habían enseñado, pero al parecer no aplica para reyes. Y ahora tenemos que ir a varias reuniones a celebrar que el rey ha muerto. Celebrar, no. Es otra palabra, otra palabra que no recuerdo.

El rey ha muerto, dicen apenas inicia la primera reunión, vamos a reflexionar sobre esto. Y yo no sé cómo reflexionar sobre un rey muerto, por lo que le pregunto a Jorge y él me dice que sólo debo pensar en él.

Eso es otro problema, no sé cómo pensar en alguien que nunca conocí. Pero no puedo hacer más preguntas, todos ya están en silencio. Entonces cierro los ojos y empiezo a pensar en el rey: debe ser un hombre viejo, rey suena a eso. Y también alto, alto y con una barba larga. También oía que era un vago, y todos los vagos son gordos y feos. Entonces el rey es un hombre alto y gordo con barba larga. ¿Los detalles? No los necesito para reflexionar sobre un rey muerto, es sólo un señor y ya.

Luego hay que orar por él, por su alma. ¿Qué puedo decir? Dios, querido Dios, que el rey esté bien… No, no puede estar bien porque está muerto. Tampoco puede estar. El rey ya no está porque está muerto. Voy a empezar de nuevo. Querido Dios, que el rey esté contigo. Sí. Y entonces repito eso una y otra vez hasta que vuelven a llamar la atención de todos y así puedo abrir los ojos. Algo raro del funeral del rey es que nadie parece realmente triste. No he ido a muchos funerales, por suerte, pero siempre había tenido la idea de que todo era más… triste. Pero aquí todo es bastante formal, como si estuviéramos hablando de algo mucho menos importante de lo que realmente es. Digo, es un rey que murió. Pero me callo, me callo todo lo que pienso porque no debo hablar a menos que sea en un susurro para preguntarle algo a Jorge. Y no siempre puedo preguntar.

Al fin podemos salir y no puedo evitar querer recorrer un poco las calles para saber qué se piensa de la muerte del rey. Pero todo sigue igual, el mercado es un caos como siempre. Jorge camina rápido entre la multitud, a la que apenas escucho murmurar algo sobre el rey, aunque todos deberían saberlo a este punto. Jorge no presta atención a nada, sólo camina tan rápido que empiezo a creer que es buena idea tomarme de su ropa para evitar perderlo, aunque me arrancaría la mano si lo toco.

Cuando llegamos a su casa, entro tan rápido como puedo antes de que se cierre la puerta y tomo mi sitio en la esquina, para ver cómo todos empiezan a hablar de la muerte del rey. Aunque claro, nadie habla del sentimiento que es que un hombre muera, o de todo lo que una familia pudo perder cuando un miembro de su familia se ha ido. Hablan de muchas cosas que no entiendo, por lo que apago el cerebro para poder aguantar ahí hasta que mi presencia sea requerida. Pasa un largo rato hasta que Jorge sale de la cocina y me llama, entonces corro y tomo la bandeja para pasar puesto por puesto hasta que vuelvo a la cocina a dejar la bandeja y pasar por otra. Y así hasta que se acaban, entonces sólo vuelvo a mi lugar y nuevamente a desconectar el cerebro.

Después de un largo rato de aquella reunión, las campanas de la iglesia vuelven a sonar y todos se ponen de pie casi como un baile ensayado. Entonces Jorge me tira del abrigo y salimos detrás de todos hacia la catedral, haciendo del camino algo largo y silencioso. Pero cuando llegamos la escena cambia y ahora todos parecen mucho más ceremoniales que en la mañana. No sé si eso es un alivio o un problema, pues Jorge parece más serio y preocupado que antes. No pregunto, sólo lo sigo en silencio para evitar cualquier castigo.

La catedral se cierra y sólo tenemos que esperar, pero no puedo hablar con nadie ni preguntar nada, el ambiente se había tornado tan tenso y lúgubre como imaginaba que sería un funeral aquí. Y en medio del desfile, veo algo que me parece curioso. No me puedo separar de Jorge, pero ciertamente puedo hacer lo posible para mirar las pinturas reales que van tras el desfile. Y entonces lo veo: una pintura del rey fallecido. Y no tenía más de 15 años.

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FIN

 

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